Como congregación sabemos que los hijos son un regalo de Dios, como saetas en manos del valiente, y como padres estamos llamados a cuidarlos y velar porque crezcan en el amor y temor del Señor para que sus vidas sean bendecidas.
Estamos convencidos que esta generación se levantará a marcar el destino de cientos, que será una generación de hombres y mujeres que aman a Dios, aman Su palabra y viven para Él.
¡Los bendecimos y amamos!