Mateo 7:7-8 (RVR)
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
Isaías 40:31(RVR)
“pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
El Tabernáculo tiene 3 áreas: El patio exterior, donde se sacrificaban los animales, el atrio exterior, donde se sentaban los sacerdotes levíticos y el atrio interior, donde solo entraba el sumo sacerdote. Estas tres áreas representan las tres partes de nuestro ser.
1 Tesalonicenses 5:23 (RVR)
“…y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Ya el Tabernáculo de Moisés no existe, pero existimos nosotros que somos el Templo del Espíritu Santo.
Es importante notar que hay tres dimensiones de la oración: La oración que se hace en la carne, con el esfuerzo humano; la oración que se hace con el alma y la oración verdadera que se hace con el espíritu.
En Mateo 7:7 vemos los niveles de oración; el pedir es la oración que hacemos en la carne, el buscar es la oración que hacemos con el alma y el llamar es la oración que hacemos con el espíritu.
El problema es que muchos se quedan en el nivel carnal de la oración y no perseveran en su búsqueda de la presencia de Dios en la oración en el espíritu. En esta etapa de la oración operan los demonios que te oprimen la carne y la mente.
1 Corintios 9:27 (RVR)
“sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.
Pablo veía su cuerpo como una propiedad, no como el ser y por eso lo sometía a orar, porque la carne no quiere orar. La carne odia a Dios, a la Iglesia, el liderazgo, la visión, las Casas de Vida, odia congregarse. Es el espíritu quien golpea al cuerpo y le indica hacer lo correcto.
En el nivel de oración del espíritu hay justicia, paz y gozo, opera el Espíritu Santo de Dios. En el nivel de oración de la carne hay peleas, conflictos, pecados, por eso debemos movernos al siguiente nivel de oración, a la oración en la mente para luego poder llegar a la oración en el espíritu.
Si te sales en el nivel de oración de la carne, esta se fortalece y te lleva a pecar. Haces de la carne el señor de tu vida y todo en ti se vuelve carnal. La queja es una señal de que tú eres un cristiano carnal, eso es orgullo.
Es muy probable que los cristianos que viven en la carne no vayan al cielo. Nosotros no somos salvos por obras, pero si lo somos para buenas obras. Si un cristiano no hace obras, no hay evidencia de salvación y si no hay evidencia de salvación habrá evidencia de obras de la carne.
Un cristiano carnal es una deshonra a la Palabra, un desperdicio de la unción que Dios deposita en nosotros como ministros para impartirles a ustedes. No se trata de venir a la Iglesia, se trata de ser la Iglesia. La única diferencia entre un incrédulo y entre un creyente carnal es que tú cargas la Biblia.
¿Para qué te quieres ir al cielo a vivir en la eternidad con Dios, si no eres capaz de pasarte 1 hora con Él mientras estás en la tierra? Por ser carnal y tener un mal testimonio es la razón por la cual muchos incrédulos llaman carnal a la Iglesia.
Somete tu carne, porque si te dejas llevar por ella en tan solo días cometerás los pecados que menos esperaste cometer. Vivir en la carne te lleva a la depresión, ¡sigue luchando! ¡La vida es una lucha constante!
En el nivel de oración del alma, en el atrio exterior el alma entra en otra dimensión. Aquí el alma se calma, se acalla; se siente bien, pero no es el final. En este nivel no te perteneces, te haces uno con el Señor y Él te usa para interceder. Es aquí donde te ganas a tus familiares para Cristo.
Es aquí donde derribas todo argumento que se haya levantado en contra del conocimiento de Cristo. En el nivel de oración de la carne clamas la sangre, pero es en el nivel de oración del alma donde los efectos de la sangre comienzan a sentirse, se va la vergüenza, la culpa y la condenación.
La oración del Tabernáculo hay que practicarla a diario, todos los días. en el nivel de oración de la carne se escucha la voz del diablo, en el nivel de oración del alma escuchas tu voz, pero En el nivel de oración del espíritu escuchas la voz de Dios.
En el nivel de oración de la carne tienes malas ideas, en el nivel de oración del alma tienes buenas ideas, pero en el nivel de oración del espíritu tienes las ideas de Dios.
2 Corintios 7:1 (RVR)
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.
La carne se contamina, por eso debemos perfeccionarnos en el temor del Señor. En el nivel de oración de la carne te molesta que prediquen sobre diezmos y ofrendas, pero en el nivel de oración del espíritu Dios te prospera y te bendice para dar. En esta etapa Dios cubre tus debilidades y te hace más fuerte; allí se vive el Salmo 23 y el 91 a su plenitud.
En el nivel de oración del espíritu estás escondido en Su Presencia y el diablo no te encuentra. Todo lo que el enemigo prepare para ti se le devolverá, porque vives en Su Presencia.
Sométete a la voz de Dios, de tu Padre celestial. Te estoy dando la clave del éxito en tu vida, ¡recíbela!
En el nivel de oración del espíritu tu adoras en silencio y reposo. En los otros dos niveles todo lo haces tú, pero en este nivel lo hace Dios, hasta Él canta por ti, prevalecen Sus planes. Solo los grandes hombres de Dios llegan a este nivel de oración.
Salmo 42:7 (RVR)
“Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí”.
El abismo es tu espíritu y el otro abismo es el Espíritu de Dios. El torbellino es donde Dios habla (Job 38:1). En el nivel de oración del espíritu tú no oras, no pides, no adoras, sino que te pierdes en Él, llegas a ser tú en Él y Él en ti. Es el lugar de perfecta comunión con Dios.
Hay tres cosas que garantizan tu salvación aquí en la tierra: Tus oraciones, tus ofrendas y tus discípulos son la garantía que tú eres salvo. Son las tres cosas que dice la Biblia que suben a l cielo antes que nosotros y nos esperan, son la garantía de que tú aún eres salvo, que permaneces en la salvación.
La Biblia dice que debemos trabajar por cuidar nuestra salvación con temor y temblor. Venir a la Iglesia es bueno, pero ser cristiano es lo que haces hoy en Dios.
1Corintios 15:58 (RVR)
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.
Si hay cosas que evidencian que un cristiano sigue siendo salvo, como el crecer en la obra del señor siempre.
Filipenses 2:12 (RVR)
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,…”.
Debemos ocuparnos en nuestra salvación, ganando almas, orando al Señor todos los días y dando ofrendas para que el Evangelio se expanda por toda la tierra.
La Iglesia moderna está haciendo que la Iglesia se llene, en Ríos de Vida estamos haciendo que la gente se llene de Dios. El diablo nunca molesta al que está pecando, sino al que quiere dejar de pecar. ¡Vamos a buscar a Dios con todo el corazón! ¡Pase lo que pase!
Muchas Iglesias dicen “Ven, Dios te acepta tal y como eres”, pero no es así; Dios te acepta a pesar de lo que eres pero Él no quiere que te quedes así, sino que te moldees conforme a la imagen de su hijo Jesús.
Ningún incrédulo entiende la Biblia, porque ésta fue escrita para los que han nacido de nuevo. Para que tú entiendas la Palabra de Dios tienes que nacer del Espíritu y entonces es que puedes empezar a tener éxito.
Dios no quiere un 40% tuyo; Él lo dio todo por ti, tú ahora lo debes dar todo por Él. Si hay algo en esta vida a lo que ames más que a Jesús no eres digno de Él. Si hay algo en la vida que te roba la pasión, las energías y todo de ti, entonces tú no amas a Jesús, eres un idólatra, no eres digno de Él. Esta Iglesia va a un nuevo nivel, a un nivel más cercano e íntimo a la Presencia de Dios.