Gálatas 6:14 (RV60)
Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
Cuando Pablo pronunció estas palabras, Roma gobernaba al mundo conocido, por todas partes estallaban guerras y revoluciones que trataban de sacudir el poder del imperio, pero este continuaba con su autoridad, todo hablaba claramente del poder alcanzado por la mano del hombre. Sin embargo, en medio de esto, un hombre de baja estatura y aspecto poco atractivo, pero lleno del Espíritu Santo, se atrevió a declarar que lo más importante en su vida era la cruz de Cristo.
Pablo pudo haberse gloriado en cualquier otro aspecto de la vida de Jesús, por ejemplo, en la preexistencia del hijo de Dios, antes de que el mundo tomara su forma, ya Jesús coexistía con el padre; pudo gloriarse en el nacimiento de Jesús, quien nació de la virgen María por obra y poder del Espíritu Santo; pudo gloriarse en las enseñanzas de Jesús, nadie habló con la autoridad que Él lo hacía, las muchedumbres se tiraban a sus pies porque oían palabra de Dios de su boca; se pudo gloriar de sus milagros, los ciegos veían, los muertos salían de la tumba, fue poderoso su ministerio de milagros; se pudo gloriar en su resurrección, todavía hoy podemos escuchar la declaración de aquellos ángeles “¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?, el Señor ha resucitado”, la muerte no lo pudo parar, Él tiene poder aun sobre la muerte; se pudo gloriar en el regreso de Jesús, porque un día se abrirá una ventana en el firmamento y se escuchará la trompeta, lleno de gloria Cristo vendrá otra vez. Sin embargo, con toda claridad Pablo dijo que se gloriaba de la cruz.
- Porque la cruz revela la gravedad de nuestro pecado: Dios estaba conmovido mirando a Jesús, Jesús estaba colgado entre el cielo y la tierra, y clamó al padre: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, porque en ese momento Él cargaba nuestro pecado, el castigo de nuestra paz fue sobre Él y por su llaga seríamos nosotros curados. Los ángeles querían bajar y rescatar a Jesús, pero el padre conocía que la muerte del hijo era el único camino para el perdón de nuestro pecado y permitió su muerte. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).
No fueron solo grandes crímenes los que crucificaron a Jesús, fueron nuestros pecados de todos los días. Uno de ellos es el pecado del orgullo, la Biblia habla de un hombre llamado Caifás, quien por su orgullo religioso permitió la muerte del Señor; otro de los pecados es el pecado del temor, la Biblia habla de Pilato, quien por su temor crucificó a Jesús, él comenzó bien su relación con Cristo, pero luego se dio cuenta que tenía que tomar una decisión, no podía seguir a Dios y vivir en el pecado, tuvo miedo, salió delante del pueblo y a la multitud le pregunto qué hacer con Jesús, él sabía lo que tenía que hacer, darle a Cristo la dirección de la vida, pero tuvo miedo de lo que pensara el gobierno, de lo que comentaría la gente en las calles de la ciudad, y su miedo crucificó a Jesús, solo la eternidad va a mostrarnos, cuántos por temor hemos crucificado al hijo de Dios; otro pecado que crucifico a Jesús es el materialismo, el amor al dinero, ante esto la Biblia habla de Judas; otro pecado es la indiferencia, la Biblia habla de una multitud que se sentó y se cruzó de brazos para ver la escena de la cruz. Dices que amas al Señor y no haces mal a nadie, pero no has entregado tu corazón a Jesús y no obedeces su palabra, Él dice que por cuanto no eres ni frío ni caliente te vomitará de su boca (Apocalipsis 3:16), el peor pecado para el Señor es un corazón indiferente delante de Él.
- Porque la cruz revela la grandeza del amor de Dios: Dios vio a su hijo muriendo en la cruz, se conmovieron las entrañas del padre, pero lo permitió porque sabía que ese era el único camino para salvarnos. Dios te ama, no importa quien tú seas, lo que hayas cometido, Dios te trajo aquí porque te va a tocar, te va a bendecir y hará un gran milagro en tu vida.
Su amor no tiene límites religiosos, seas protestante, bautista, pentecostal, católico, o no tengas religión, Él te ama. El amor de Dios no tiene límites morales, estés viviendo una vida digna y ejemplar, o hayas caído a un pozo de miseria moral, Él te ama.
- Porque la cruz señala el único camino de salvación: No existe otro camino, algunos creen que serán salvos por buenas obras, pero la Biblia dice que no será por obras para que nadie se gloríe, no hay obra humana que pueda comprar el favor de Dios, por eso Cristo murió en la cruz. Algunos creen que serán salvos por medio de la religión, puedes ir a muchas iglesias y repetir vernos de memoria, pero si tu corazón no se ha rendido a Cristo, no conoces el camino.
- Porque desde la cruz Él te llamo a reconciliarte con Dios.
- La cruz de Cristo es el lugar de los milagros más grandes que Dios comenzará a hacer en tu vida. El primer milagro es la salvación, y luego comenzarás a vivir una vida de milagros.
De eternidad en eternidad satanás tuvo un sueño, pensó en mover a Cristo del escenario para ser el rey de reyes. Luego vio que Cristo se hizo carne, habitó entre los hombres y vimos su gloria, ahí dio un salto y supo que era su mejor momento para derrotarlo. Depronto vio que Cristo subió a la cruz, el padre no le contestaba, la multitud se burlaba de Él y los discípulos lo abandonaron; ahí satanás repitió que era su momento, reunió a todos los demonios. En el cuadrilátero del mundo sus seguidores querían proclamarlo el mejor de todos los tiempos, Jesús estaba en un costado del ring, su ser entero agonizaba porque Él cargaba nuestros pecados y dolores, el cielo no le respondía. Sin embargo, satanás se equivocó, pensó que Cristo estaba en la máxima debilidad y él se sentía en la máxima potencia, por eso dijo que le acabaría, levantó el puño derecho, se tiró encima de Jesús, pero cuando venía, Jesús levantó la frente, alzó el puño derecho y le dijo “consumado es”, lo venció y resucitó, el padre lo llamo Rey de Reyes y campeón de campeones.
La Biblia dice que el mismo poder que levantó a Cristo de entre los muertos, es el poder que actúa en nosotros los que creemos, poder para limpiar tus pecados, para transformar tu mente, para sanar tus quebrantos, para cambiar tu futuro.