Lucas 7:1-10 “Jesús sana al siervo del centurión”
La Biblia es la escritura, pero Cristo es la palabra. Y si Cristo vive en mí yo soy la palabra. Cuando la palabra se revela las dimensiones se abren.
La palabra tiene el poder para que el territorio cambie. Los cielos, los mares, y la luz no se han desintegrado siguen sustentados por una palabra. Todo en la tierra se formó con la palabra pero los hijos fuimos formados por la esencia del Padre y todo lo formado tiene autoridad por encima de lo creado.
La palabra es semilla, es simiente abre y cierra tiempos. Todo se construyó con la palabra.
Si tienes una palabra lo tienes todo, solo necesitas abrir tu boca. La palabra la tienes que poner a producir, la palabra no obedece a las lamentaciones, sino a aquel que fue formado de los genes de la palabra.
Se está levantando una generación de sucesores que lleven la palabra. Queremos librar territorios con el manto que portamos y la unción pero el infierno sabe que esto tiene un límite, pero la Palabra no tiene límites. La palabra no conoce enfermedad, o pobreza. Cartagena no necesita religiosos sino a los hijos que llevan la palabra. Se va a abrir dimensiones en la generación emergente no se trata de dones sino de una naturaleza espiritual.
Debemos portar la esencia o genética de la palabra. Cambia los cimientos, por eso es importante que se levante la generación de la palabra.
La confianza debe estar puesta en la esencia y no en los símbolos. Cristo era el ungido, él era el aceite. Seamos el aceite de nuestra tierra.